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Los ODS cumplen 7 años y el deseo sigue siendo el mismo: lograr la Agenda 2030

Los retos y desafíos de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.

El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales, reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Se fijaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para cada uno de los cuales se detallaron metas específicas que debían alcanzarse en un plazo de 15 años. De ese modo, se intentaría cumplir con la ambiciosa Agenda 2030.

El germen de los ODS lo encontramos unos años atrás, en el 2000, cuando la ONU lanzó su embrión, lo que se conoció como los Objetivos del Milenio. Entonces eran solo ocho propósitos de desarrollo humano que debían conseguirse para 2015.

La actualización y ampliación de esos propósitos dio lugar a la creación de los 17 ODS, que presentan, además, la particularidad de que en su construcción, más allá de los gobiernos, tuvieron un peso muy importante las empresas.

Los 17 ODS son: 1. Fin de la pobreza; 2. Hambre cero; 3. Salud y bienestar; 4. Educación de calidad; 5. Igualdad de género; 6. Agua limpia y saneamiento; 7. Energía asequible y no contaminante; 8. Trabajo decente y crecimiento económico; 9. Industria, innovación e infraestructura; 10. Reducción de la desigualdades; 11. Ciudades y comunidades sostenibles; 12. Producción y consumo responsables; 13. Acción por el clima; 14. Vida submarina; 15. Vida de ecosistemas terrestres; 16. Paz, justicia e instituciones sólidas; 17. Alianzas para los objetivos.

Desarrollo
Tras siete años desde la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es inevitable cuestionarse por cómo han evolucionado estos desde 2015 y cómo los conciben tanto los diferentes gobiernos como el sector privado y la sociedad en general.

En el caso de Luis de Sande, CFO y cofundador de AUARA, este sostiene que algunas circunstancias, como la COVID-19, la guerra de Ucrania o la inflación, “han perjudicado seriamente los ODS, provocando retrocesos de cuatro años en algunos de los objetivos”. Sin embargo, también recuerda que “tenemos ocho años para conseguirlos, pero hay que hacer grandes esfuerzos para poder lograrlo, lo que significaría incrementar los compromisos de todos para que las tasas anuales de mejora actuales puedan llegar a duplicarse”.

En términos similares, Francisco Javier Garayoa, director general de Spainsif, admite que “los ODS nos han dado una referencia común aceptada por todos durante estos siete años como hoja de ruta de la sostenibilidad para el periodo que finaliza el año 2030”. Y, además, subraya que “las situaciones sufridas estos últimos años, comenzando con la pandemia, sin duda está dificultando el cumplimento de las previsiones, según se aprecia al analizar los 17 objetivos y las 169 metas, atendiendo a los 232 indicadores que pueden medirse, a través de los datos estadísticos oficiales”.

Por su parte, Constanza Nieto, experta en sostenibilidad y comunicación de Canvas Estrategias Sostenibles, destacó la Agenda 2030 como la hoja de ruta global para la sostenibilidad en la agenda pública internacional, en el discurso de las empresas y cada vez más en la mente de la ciudadanía en general, aunque también aseguró que “cuando entramos más en detalle de cómo ha sido el progreso en las distintas metas que proponen los ODS pareciera que los avances no han sido los esperados en 2015”.

En la misma línea, Ángel Alloza, CEO de Corporate Excellence – Centre for Reputation Leadership, manifestó que los ODS se han convertido “en la guía o camino a seguir en las estrategias de sostenibilidad de las organizaciones”. Y, además, señaló que estos “han contribuido a que las organizaciones se hayan visto obligadas a adaptarse a las necesidades y exigencias de sus grupos de interés”, desde las cuales “se están haciendo grandes esfuerzos en la consecución de los grandes objetivos que plantea la Agenda 2030”.

Y Nathalie Alvaray, directora de Comunicación y Marketing de Impact Hub Madrid, por su parte, aseveró que los ODS han aportado “un lenguaje común para abordar los desafíos globales que tenemos como sociedad: desigualdad, cambio climático, pobreza o alimentación”. Además, recordó que “durante estos siete años, este idioma común que tiene como base el desarrollo sostenible y las alianzas ha permeabilizado en los gobiernos, las empresas y la sociedad”.

Impulso
El desarrollo sostenible que propugnan los ODS de Naciones Unidas, sin embargo, se ha visto ralentizado por circunstancias como la pandemia de la COVID-19. Así, al menos, lo expresa el Informe sobre Desarrollo Sostenible 2022 de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN), que demanda, además, un plan global para financiar los ODS.

De cara a que los Objetivos de Desarrollo Sostenible adquieran velocidad de crucero hacia 2030, Luis de Sande considera que “necesitamos centrarnos en cinco aspectos como son el compromiso de las grandes potencias, que se ha visto que resulta muy eficaz; la mejora significativa en la medición y obtención de datos para su adecuado seguimiento y toma de decisiones; el incremento de la eficiencia en inversión, planificación y selección de proyectos de impacto positivo; una mayor implicación de todos los ciudadanos para convencer a las empresas y gobiernos de su necesario liderazgo para lograr los objetivos de los ODS; y, por último, incrementar la inversión privada y pública de impacto”.

Para Constanza Nieto, por su parte, “la inversión pública y privada en ODS es una palanca fundamental para impulsar estas metas y es una cuestión que todavía tiene mucho margen de mejora”. Según la responsable de Canvas Estrategias Sostenibles, “cada año se invierten aproximadamente tres billones de dólares para alcanzar los ODS, una financiación que se estima debería ser de entre cinco y siete billones de dólares anuales hasta 2030 para lograr los objetivos”.

Por ello, sugiere que “para activar el impulso a los ODS, un aspecto fundamental es promover la acción en ODS a través de una estrategia de negocio o de sostenibilidad que cuente con el apoyo de la alta dirección y la contribución transversal de la compañía. Las alianzas también resultan ser un factor que forma parte del propio espíritu de la Agenda 2030 para multiplicar el impacto. Así como definir y hacer seguimiento de métricas robustas, trazables y comparables que permitan tomar decisiones estratégicas”.

Desde el punto de vista de Francisco Javier Garayoa, para impulsar el desarrollo de los ODS, “es necesario y urgente el compromiso general del máximo de actores (públicos y privados) a nivel global con el impulso coordinador de Naciones Unidas”.

Su opinión contrasta, en cierto modo, con la de Ángel Alloza, quien afirma que “se necesita un convencimiento profundo de que la actividad empresarial viene delimitada y condicionada por la integración de la sostenibilidad en la planificación estratégica, pero también debemos ser conscientes de que la realidad empresarial no es la misma en todas las organizaciones”.

Y más allá va la de Nathalie Alvaray, quien manifiesta que “desde Impact Hub, consideramos que hay que propiciar una visión sistémica, que integre los argumentos sociales con los argumentos empresariales para favorecer la acción conjunta de empresas, gobiernos y otros actores, construyendo y fortaleciendo ecosistemas que movilicen el cambio, además de facilitar las alianzas como promueve el ODS 17 y comunicar y difundir los beneficios que tienen los ODS cuando se integran en las empresas y las organizaciones”.

Cumplimiento de la Agenda 2030
Otra cuestión de notable relevancia que planea sobre los responsables políticos y empresariales, así como sobre la sociedad en su conjunto, atañe a la posibilidad de alcanzar, o no, las metas globales de Naciones Unidas en el plazo fijado inicialmente para ello.

Desde AUARA, según Luis de Sande, “el desafío para cumplir con la Agenda 2030 es mayúsculo, pero si nos queremos acercar es necesario una replanificación y un incremento firme de los compromisos de todas las partes –gobiernos, empresas y sociedad– para poder cumplir con las metas que nos proponen los ODS”.

Constanza Nieto, en este sentido, destaca también la trascendencia de este reto y señala que “cumplir con la Agenda 2030, en el punto en el que estamos, requiere de una transformación profunda del sistema productivo y sistémica de valores para deconstruir y configurar un sistema más responsable y sostenible para las personas y para el planeta”.

Más optimista, aunque con matices, se muestra el director general de Spainsif. En este sentido, Francisco Javier Garayoa aseguró que “aún estamos a tiempo de cumplir en gran medida con la Agenda 2030, pero para ello será indispensable centrar la atención en el ODS 17 y en potenciar las alianzas para lograrlos, en un clima de compromiso renovado”.

Aunque también optimista, Ángel Alloza advierte de que “quizás haya que ampliar los tiempos que nos hemos marcado con la Agenda 2030. No obstante, no contemplo la inacción y considero que para liderar hay que ser y hay que estar, así que solo las organizaciones que tomen partido ante los grandes retos globales e impulsen acuerdos, alianzas y sinergias de colaboración permanecerán”.

Y, por último, Nathalie Alvaray no cree que se vayan a alcanzar los propósitos marcados en la Agenda 2030. “Los análisis más recientes hablan de que se alcanzarán en 2073 si se mantienen las tendencias actuales. ¡Vamos con 43 años de retraso!”, asegura.

Por ello, la directora de Comunicación y Marketing de Impact Hub Madrid revela que debemos preguntarnos “cómo involucramos a cada vez más actores que diseñen y ejecuten transformaciones sostenibles con clave de urgencia. Si trabajamos juntos y pensamos más estratégicamente, con visión sistémica, sobre cómo encaja lo que hacemos cada uno, podemos acelerar nuestro impacto positivo en el mundo que nos rodea”.

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