REALIDAD INSOSTENIBLE10

Racismo en el fútbol: el desafío de denunciar y romper los «códigos de cancha»

El fútbol, considerado el deporte más popular del mundo, se ha visto empañado por un problema persistente: el racismo.

Luego de que el futbolista brasileño Vinicius Junior del Real Madrid fuera agredido con insultos racistas durante un partido de la liga española contra el Valencia, otros jugadores denunciaron haber sido víctimas de racismo. Los casos generaron el repudio internacional. Deportistas, clubes e incluso Gobiernos se solidarizaron con los jugadores. El propio presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, condenó el ataque a Vinicius en la Cumbre de Líderes del G7 que se celebró en Japón.

La situación no es nueva, a lo largo de los años se han dado varios casos de características similares: jugadores que son agredidos por su color de piel dentro y fuera de la cancha.

A pesar de los avances en la lucha contra la discriminación en la sociedad, los insultos racistas dirigidos a jugadores de origen africano siguen resonando en los estadios y desafiando la promesa de igualdad y respeto en el deporte. Esta dolorosa realidad nos confronta directamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 10: Reducción de las desigualdades.

El ODS 10 nos insta a trabajar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa, donde todas las personas, independientemente de su origen étnico, tengan las mismas oportunidades y sean tratadas con dignidad. Sin embargo, en el fútbol, un escenario que debería ser un ejemplo de diversidad y camaradería, se perpetúa un comportamiento discriminatorio que va en contra de los valores fundamentales de los ODS.

Los «códigos de cancha» han sido durante mucho tiempo una excusa para tolerar y normalizar el racismo en el fútbol. Se ha perpetuado la idea de que en el terreno de juego, todo está permitido, incluso insultar y menospreciar a jugadores por su raza u origen. Pero debemos cuestionar estos «códigos» y preguntarnos si realmente son justificables en un contexto en el que buscamos construir una sociedad más justa.

Es responsabilidad de los jugadores, los clubes, las ligas y las organizaciones rectores del fútbol tomar una postura clara y contundente contra el racismo. Los jugadores tienen una plataforma poderosa desde la cual pueden levantar su voz y enviar un mensaje de unidad y rechazo al racismo. Los clubes y las ligas deben implementar políticas de tolerancia cero hacia el racismo, educar a los aficionados y sancionar de manera ejemplar a quienes perpetúen estos actos de discriminación.

La tarea de romper con los «códigos de cancha» y erradicar el racismo del fútbol no es fácil, pero es esencial si queremos avanzar hacia un mundo más igualitario y justo. Debemos fomentar la educación y la concientización sobre la diversidad, promoviendo el respeto y la aceptación de todas las personas, sin importar su origen étnico. Solo así podremos construir un fútbol inclusivo, donde los jugadores puedan desplegar su talento sin temor a ser objeto de insultos racistas.

En última instancia, el racismo en el fútbol nos desafía a todos. Nos desafía a denunciarlo, a no ser cómplices del silencio que lo perpetúa. Nos desafía a enfrentar los «códigos de cancha» obsoletos y a construir una cultura de respeto y equidad en el deporte que tanto amamos. Solo así podremos alcanzar el ODS 10 y construir un futuro en el que el fútbol sea un vehículo de inclusión y un ejemplo de la grandeza de la diversidad y el poder transformador que puede tener en nuestras sociedades.

Es crucial que los medios de comunicación también desempeñen un papel activo en esta lucha contra el racismo en el fútbol. Los periodistas y comentaristas deportivos tienen la responsabilidad de informar con precisión, pero también de promover valores de igualdad y respeto en sus coberturas. Es necesario que seamos conscientes del impacto que nuestras palabras y acciones pueden tener en la opinión pública y en la percepción de la sociedad sobre este tema.

En tanto, importante recordar que el racismo no solo afecta a los jugadores directamente involucrados, sino que también perjudica a toda la comunidad. Cuando un jugador es víctima de insultos racistas, se genera un ambiente tóxico que afecta la moral y el espíritu deportivo de todo el equipo. Además, estos actos discriminatorios tienen un impacto negativo en los aficionados, especialmente en aquellos que comparten el mismo origen étnico que los jugadores afectados. Es una cuestión de empatía y solidaridad reconocer que el racismo en el fútbol afecta a todos, y debemos unirnos para combatirlo.

La lucha contra el racismo en el fútbol es un desafío continuo, pero no debemos rendirnos. Los avances en la conciencia social y en la promoción de la igualdad nos muestran que es posible generar cambios positivos. Es fundamental que todos, desde los jugadores hasta los aficionados, pasando por los organismos rectores y la sociedad en su conjunto, trabajemos juntos para erradicar el racismo de nuestros estadios y de nuestras vidas.

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